I am only a fool
who buys many books

viernes, 28 de diciembre de 2012

Gota

He de volver algún día a pasear en tu jardín;
entre la flor dorada de la mañana y la sangre del mármol, saltarina en su pedestal de azulejos, reaparecer en el reflejo alegre de tus ojos. Entonces se hará carne mi memoria, aquel tiempo muerto en que caminábamos juntos por un mundo olvidado, anacronismo de belleza, y sufrirán de nuevo nuestros días el placentero deterioro del verde que vuela a convertirse en Invierno, de la piel que se avejenta al toque nocivo de los años. En el palacio de la felicidad el dinero no puede comprar sonrisas, ni la mentira ganar amantes, allí solo se respira la quietud de un momento fugaz, conservado eternamente entre sus muros de historia, y yo conozco la entrada a ese paraíso terrenal que el hombre ha buscado desde que dejó de ser bestia, un edén de palmerales y sueños tallados en piedra, en forma de estatuas de líquen y frutos abandonados a la quemazón de un Sol amable. Yo conozco el camino a la vida eterna, sendero pavimentado de tu lengua suave, arqueado por tus labios sinceros, como hace la enredadera en las veredas de nuestro jardín, rodeado del perfume del alma que impregna en tu piel su encanto más rojo.

Renací después de un largo sueño, de un errar incansable hasta la costa oscura donde muere el universo, el límite a toda vida y conocimiento. En ese mar lejano que besa la tierra frío, como el umbral de la muerte, lavé mis pies, envueltos en el polvo de ciudades milenarias, de barro y torres de turquesa; esclarecí la mente de la maraña de pensamientos mundanos, del laberinto de lógica que pierde cada día nuestro espíritu en pasillos de miedo, de eterno ir y volver por las ruinas del deseo. Y aún purificado, desnudo de todo anhelo, encontré en mi corazón tu llama, que tenue basta para hacer arder mi vida miserable. Te he ahogado en océanos de olvido, te he golpeado con la espada de mi odio, zarandeado, te he gritado con mi pobre voz de hombre perdido, "¡Vete!".  Pero hasta el exilio del tiempo es distancia corta para tu sombra alada, no hay espacio suficiente entre las esferas del cosmos para cortar la ligazón que une nuestra existencia. En el libro de la vida y la muerte la tinta de nuestros nombres se mezcla, se deslizan unidos en un surco negro hasta el abismo de su página, y juntos en una sola gota caeremos a la oscuridad, en el reverso del mundo.