I am only a fool
who buys many books

martes, 31 de enero de 2012

Efímera

Extiende las alas, rápida,
Hacia la muerte de una caricia.
Flor perecedera, ábrete al Sol que irradia de su pecho
Solo por una noche, vuela entre beso y beso.

Una efímera ha venido a morir
En la llama de nuestra vela.
Entre abrazos y apresuradas caricias, se esfuma nuestro momento
Amor de un día, eterno recuerdo

domingo, 29 de enero de 2012

Imagen

Gotas de lluvia que calman el corazón sediento, son tus besos
De los pétalos de una rosa, que se inclina amorosa al viajero, son tus labios, caen
Y se sujeta a las ramas que se balancean amables,que lo acogen en su mismo abrazo de brisa,
Es tu pelo, que es de canela
Y en la copa un pájaro que tiende al vacío sus plumas, regala al oído su risa, 
Eres tú

Desnuda

Desnuda, libera tu piel de su cárcel de hilo y seda, porque solo ella se basta para hacerte hermosa. Desnuda, la colina nevada y su pináculo de roca rosada, brillante a la luz de nuestra llama, abre la llanura de hierba suave a sus pies, tus piernas líquidas como el interior de una naranja. Desnuda, el corazón ansioso y los ojos brillantes del deseo, al brillo oscuro de una vela. 

Que no quede nada entre los dos, que el cuerpo placentero se haga uno con el roce. Desnuda, la oscuridad que nos arropa en nuestros juegos, no la dejes marchar.

viernes, 27 de enero de 2012

La Flor del Olvido

Planta, caballero, antes de marchar la flor del olvido
Deja que cubra su perfume gris, como una niebla, tu jardín
Y una vez rebasadas tus defensas, quebrado el escudo
Cuando, enterrada la orgullosa heráldica en el barro rojo,

no piense si no en su derrota,
Vuelve a tu jardín, caballero,
Y deja descansar el corazón herido entre el jazmín y la rosa
Y que penetre en ti el aroma amargo, caballero,
De la flor del olvido

domingo, 22 de enero de 2012

El regreso

Por el camino de los juncos, por la colina junto al río, ya se ve llegar a Ulises que partió, a Simbad sin barco ni ricas mercancías; vuelve a la isla de su infancia, al sol que alumbró al nacer, y le saluda el viento entre las ramas, "¿No eres tú aquel que partió a ver mundo, no eres aquel que una noche, cuando hasta la luna yacía arropada bajo oscuras nubes, abandonó hogar, familia y amigos?" Y los gorriones, inteligentes, rebuscando en su bolsa alguna miga de pan duro, creen reconocerlo. "¿No eres tú aquel que soñaba aventuras y reinos perdidos, que nos hablaba de voluptuosos perfumes, de ciudades de Egipto?"

Y él responde: "Tristeza, solo encontré tristeza".

Ya llega a la puerta antigua de la muralla de ladrillo y cerámica, las ventanas que visitó, cuando el cielo era joven y hacia poco que las islas flotaban en el mar. A esa, en la que arde una luz, se asoman unos ojos. "¿No eres tú aquel que prometió amor eterno, eterno cariño? ¿No eres aquel que dijo que volvería? Cuántas noches soñé que regresabas a ejecutar a mis pretendientes, a reclamar mi corazón, para siempre tuyo. Pero se secó esperándote, lo mató la seguridad de que habrías encontrado otros rizos en los que perderte, unos pechos más dulces donde posarte."

Y él piensa: "Tristeza, solo encontré tristeza".

En la casa todo sigue igual, ni las mesas ni las paredes se han movido, como los huesos de un esqueleto tampoco cambian de lugar. El viejo cachorro, ciego, reconoce su olor. "¿No eres aquel niño que jugaba conmigo, me tiraba una pelota de cuero, me rascaba detrás de la oreja? ¿No me dejabas dormir en tu misma cama y me llevabas, todos los abriles, a oler las flores en los jardines? Las personas de esta casa murieron, todos se fueron, y solo quedo yo."

Y él lo acaricia, se sienta en un viejo cojín. Perdidos barco y amigos, perdido el amor en un mercado de Tiro, perdida la sabiduría de tanto buscarla, tan solo le quedaba Ítaca, su viejo sueño, su regreso tantas veces pospuesto, el retorno a un tiempo de esperanzas cálidas y besos despreocupados. Y el polvo y las arañas, asentados en la casa, se acercan curiosos al intruso. "¿Y tú quién eres, has encontrado ya el asiento que buscabas?"

Y él responde: "Tristeza, donde me he sentado se llama tristeza".

jueves, 12 de enero de 2012

El recuerdo

-¿Y cuándo fue?


Ya hace mil años, puede que más. Tenia rizos negros, la piel clara. Sus ojos eran dos estanques de agua oscura, su cuello la luz de una vela. Sus pies pisaban rosas, sus manos estrujaban jazmines, y goteaba por entre sus dedos el dulce jugo de los estambres.


-¿Y dónde está ahora?


En el mismo lugar donde la vi por última vez. En mi memoria su mirada no ha envejecido ni un siglo, y han pasado muchos desde que abandoné la ciudad triste. Ella ríe en su azotea, desde allí ve todos los tejados, las cúpulas y los campanarios que intentan, casi consiguen, rozar el vuelo de su falda. Desde allí la ve la luna, y ríen con ella las estrellas, que en mi memoria siguen encendidas. Y en el patio aún borbotea la fuente, siguen húmedas las hojas del naranjo, y nuestros corazones nos golpean la piel al hablar.


-¿Y has ido a verla, desde entonces?


¿Para qué, para conocer a sus hijos, regalar flores a una lápida, ver que la luna se rompió en mil cristales, que murieron las rosas y el naranjo? Por qué querría ver la ciudad arruinada, los tejados y las torres despojados de su magia ancestral; sus ojos, vacíos de felicidad y del reflejo del cielo.
Por qué querría ver su sombra, si ella brilla cada noche con luz propia en mi recuerdo.

lunes, 2 de enero de 2012

El rey del jardín

Se apoya el rey en la ventana de su aposento tenebroso, antaño cielo estrellado de mil candelabros de plata y ónice, ya esfumados sus tibios resplandores, su humareda perfumada, solo queda la oscuridad de su ausencia y la melancolía del poder marchito.
Se dirige el rey a su último ministro sincero, sin apartar la mirada del vergel de gris, de las acequias sedientas y la fuente muda, que yacen rodeados de un muro arruinado más allá de la ventana.

-¿Por qué se ha marchitado mi jardín, fiel Zal? La fuente de mármol se ha secado, ya no corre el agua por las acequias, y las rosas y los tulipanes murieron, igual que los naranjos, que solo han dejado troncos huecos. Las hierbas venenosas crecen ahora por doquier, y las raíces salvajes destruyen las losetas y azulejos.   

-Vos le disteis a la reina la llave del agua que alimentaba vuestro jardín, mi rey, y ella cerro el flujo y lo desvió a los campos que rodean la ciudad, que ahora crecen verdes.   

-Es verdad, ahora lo recuerdo. ¿Y por qué están cerradas las puertas de mis habitaciones? Cuando intento salir unos guardias turcos, a los que no conozco, me impiden la salida.   

-Vos le disteis a la reina, buen rey, la llave de los barracones de la guardia, y la sustituyó por esclavos turcos que solo acatan sus órdenes.   

-Tienes razón, ahora lo recuerdo. Se esfumó el Sol, y yo no sabía donde terminaban sus rizos y empezaba la noche, y sus ojos eran estrellas. Ella es dueña de mi cariño, no puedo negarle nada, fiel Zal. También me pidió que olvidase a mis otras esposas y concubinas,  y yo acepté encantado, porque le entregaría el reino por ver asomar al día su sonrisa, y ni la piel más suave, ni los labios más rojos, valen lo que un suspiro suyo.

Zal, el consejero, el último de los cercanos al monarca, saca de debajo de la túnica de seda un papel enrollado


-Esta mañana llegó un mensaje para vos, mi rey, de la reina. Reclama que le entreguéis la última llave de vuestro juego, el último resquicio de poder que os queda, pues a partir de ahora ella reinará en solitario. Demasiado tiempo se desvió el agua del cultivo a los jardines de palacio, y se malgastó el erario en poetas, músicos e ilustradores. La reina os envía una bandeja de plata, para que depositéis en ella lo que os pide.


Un último vistazo, una mirada breve, resumir en un parpadeo cuanto abarca la vida de un hombre; inocencia, sueños, fuerza, gloria, óxido, soledad, caída. Muerte. La flor marchita que observa la decadencia a su alrededor, la última exhalación de un mundo moribundo y el recuerdo, impreso en el ladrillo quebrado, de días mejores. Todo esto deben abarcar los ojos del rey, pues no habrá nuevo amanecer para ellos.

-Llegó el día, Zal, del último sacrificio. ¿No te dije que a ella le entregaría mi reino?- Diciendo ésto el rey desenvaina un cuchillo curvo, con empuñadura de marfil y esmeralda.- Ésta es la última llave del poder, el que reside en mi sangre, la sangre de mi padre que conquistó el imperio y dió comienzo al linaje real, la sangre de mis hijos, nacidos de mi amor por su madre. Amor y sangre, impulsados a cada latido por este corazón, que le haréis llegar sobre la bandeja.


El rey se despoja de la capa y las vestiduras, más allá de la ventana el jardín, que ha sido su único reino durante meses de encierro. Tantea la piel con el metal frío, buscando el lugar más acertado para hundirlo. Por fin lo encuentra, hace fuerza, y la hoja atraviesa la carne como al papel. La sangre empieza a chorrear sobre la alfombra.


-Me temo que he echado a perder una bella alfombra, fiel consejero, y pensaba ofrecértela como pago por tu servicio y amistad.


El cuchillo traza una línea roja en el pecho, con un movimiento de palanca el rey puede sacar fuera el corazón, todavía vivo, con gran habilidad, y lo deposita cuidadosamente sobre la bandeja. Después se acerca a la cama, aparta las mantas y se acuesta bajo ellas.


-De jóven fui  un gran cazador, y arrancaba los corazones de gacelas y leones. Hoy es la presa la que se entrega, y ofrece mansamente el cuello para el golpe de gracia. Ahora déjame, mi buen Zal, necesito descansar. Lleva su presente a la reina, y dile que soñé, al dormir, con aquel primer encuentro en la arboleda de mangos, hace tantos años. Déjame, consejero, tengo sueño, y mañana temprano querré pasear por mi jardín.

domingo, 1 de enero de 2012

Sobre ti

Quiero escribir esta noche sobre ti. Esta noche quiero escribir, sobre el sol frío que nos encontraba cada mañana desnudos, abrazados bajo las mantas. Pero no recuerdo el color del sentimiento, no logro fundirlo en mi paleta de palabras. Quiero escribir sobre ti, esta noche, sobre todas aquellas que ardimos como antorchas  incansables…Pero no puedo, no consigo guardar tus ojos en su cofre de tinta y papel.

Todo lo que quiero es escribir sobre ti, conservarte para siempre en una página…Pero tu recuerdo vuela, flota libre en sueños de perfume y niebla. No podré escribir, esta noche.