I am only a fool
who buys many books

martes, 29 de octubre de 2013

Se han consumido en Camlann tus leales,
Ambrosius, martillo de sajones,
y tus caballeros se han ahogado en la noche en llamas,
y solo quedas tú, Ambrosius,
con la mellada espada,
el escudo quebrado, el corazón herido,
frente a otra oleada de gritos feroces,
manos bárbaras hambrientas de muerte,


¡Valeroso Ambrosius, a pie,
junto a su caballo moribundo,
bajando la máscara de su yelmo
para ocultarse el rostro cubierto de lágrimas!
Corre hacia la derrota y la sombra,
que nos lo arrebate todo la vida menos el valor,
y brille esta noche de oro el corazón humano
en los ojos crueles de Dios.

lunes, 28 de octubre de 2013

Me despertó la mañana,
con el aroma de tu pelo
todavía anclado a mis pestañas,
y pensé, ahogado en una tormenta de sábanas,
que de tanto soñarte me vuelvo decrépito,
se me escapa la vida, desatándome el alma
cada amanecer que te arrebata
de mis brazos de aire y agua.

Pero recuerdo mi sueño,
yo era un viajero que soñaba
con sirenas doradas nadando en un mar de verde,
formando en su piel olas esmeralda.
Entonces me despertó la mañana,
en un día indefinido, cacofónico, huero,
en el que tú no eres ángel ni sirena
y yo no soy un marino viajero
que al dormir nos sueña.

sábado, 19 de octubre de 2013

Cuántas veces habéis sido mis guardianas, 
estrellas frías, brillos indiferentes,
livianas como el parpadeo de la fantasía y el deseo,
incapaces de quebrar la oscuridad del mundo;
hoy veréis como,
rodando por el suelo una vez más,
muerden el polvo mis sueños.

Soledad oscura, viento helado y eterno,
haces presa otra vez de mi corazón,
alargando sombras desde ventanas vacías;
me envenenas el alma, 
marchitas las flores de mi jardín.
Asiéntate de nuevo en mi carcasa herrumbrosa, 
viajera incansable, huésped ingrata.

Pasará la sombra invernal,
abandonarás la ciudad floreciente,
y yo partiré a tu lado, Soledad,
para que no camines sola.



lunes, 14 de octubre de 2013

La Apoteosis del Poeta

Las hermanas de Santa Marina me miran fijamente,
desde una Andalucía de páramos y musas
que vive junto a la nuestra, cuya puerta es un lienzo.
Una ríe, la otra me mira profunda, incognoscible,
hasta las entrañas de mi corazón triste.
Ellas lo saben, que añoro al amor,
amor que no tiene nombre ni forma,
hecho de sueños y deseo,
del anhelo por el manantial eterno 
en el que llenan sus tinajas de bronce,
las hermanas de Santa Marina.

Del cielo de piedra
se descuelgan alados espíritus
de mujeres dulces,
para llevarme con ellas a la cúpula del querer.
Desde allí, en las alturas, miraré abajo
a la humanidad doliente,
que no tiene alas para subir al paraíso,
a besar los labios de un ángel.