Qué culpa tiene la carne de las deudas del corazón, que se quejan siempre insatisfechas, dolorosas, de este mundo de olvido y arrepentimiento. La mentira es faro engañoso de nuestras tormentas, aquí a sus pies se quiebran nuestras naves entre espinas de rosa y roca, y ya solo nos queda una eternidad de naufragio y amaneceres de melancolía, en esta playa de arenas infinitas donde las estrellas ríen titilantes, traviesas e ingeniosas; la madre Luna rechoncha que trata de consolarnos con su luz de medianoche, y se vuelve Llena de tristeza al ver nuestra entraña y sus despojos.
Lenta historia que pierde palabras como el alma pierde sus pétalos uno a uno, enferma de pulgones, camina la vida por las calles de sombra y rostros de luz, y por entre muros antiguos, patios de silencio donde el viento balancea tierno las palmeras, como un amante los cabellos de la Tierra dormida. ¡Qué andar solitario, a pesar de ser multitud! Serán tus ojos negros que me atormentan el sueño ¿Será posible que no desaparezcan en la noche? Y ese perfume tuyo que sigue reptando desde su madriguera de recuerdo, que me encuentra en cualquier lugar del mundo, en toda orilla que bañe el oleaje verdoso, salado como tu piel que ahoga mis pulmones, me arrastra a la profundidad oscura, lejana a cualquier auxilio o esperanza. Maldita seas.
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Qué feliz el canto del ave que libera al alma de su cárcel de penumbras, cómo cabe en él y se agranda el mar de Verano tendido al Sol del mediodía, majestado de espumas y resplandores danzantes. Qué luz es esta que inunda la vida, que ciega como el brillo a través de la hoja verde, de la rama, de la arboleda entera; que hace brotar el rojo del seno de la tierra y de los tuyos de aleña; que reencarna su esplendor en el azul del cielo, el verde de tus ojos, en la oscura, oscura flor de tus cabellos.
Nada más, nada menos, tan solo esto. Es luz, es canto, es la Primavera del corazón que se cubre de bayas reverdecidas, de los frutos que la generosidad derrama en el mundo. Es rocío y arroyo claro de esperanza, es deshielo y fuego cósmico sincero, no llama engañosa que alumbra el mundo dormido. Risa como música que no ha de parar, palabras que son canciones, Día que es luz y padre de la alegría renacida; bienvenido al mundo.