malditos señores, pobre Castilla,
que pare a sus hijos con un pie en el camino.
"¡Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!"
Malditas las taifas, de reyes orondos,
pobre Mutamid, perdido en sus poesías,
entre acequias y azufaifos y azahares,
le roban las parias reyes morosos.
Maldito traidor, Ramón Berenguer,
malditos tus nobles mercenarios,
y maldito tu rey, pobre Castilla,
todos juntos nos arrastran al camino.
"¡Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!"