I am only a fool
who buys many books

martes, 26 de junio de 2012

Meses

Diciembre fue un mes de nada absoluta. Los días de Invierno fueron cayendo lentamente sobre mi ventana,  formando una capa de silencio que me aislaba del Sol cetrino. Y yo pasaba el tiempo asentado en el olvido y en un corazón frío.


Llegó la Primavera, adornando su pelo de flores cultivadas en el subsuelo congelado. El Sol amable volvió agua mi prisión de hielo, y yo salí por primera vez a un mundo deslumbrante de brillo y amor, pero la felicidad fue como una fina venda en el anhelo de mi corazón, que no dejó de gotear sangre negra, día a día, hasta minar mi fortaleza.


Mayo recogió sus tesoros y robó al mundo sus colores. El Sol enfurecido hizo arder la tierra en su búsqueda, y castigó a nuestra ciudad cómplice a sufrir tormento en el infierno. Pero la llama del Verano no consigue cauterizar mi tristeza, mi ánimo sigue desangrándose, oscureciendo al mar y al cielo de azul inmaculado.


Y pasará inadvertido el Otoño como un fuerte viento, y yo iré con él a algún lugar que esté siempre cubierto de nieve cuando llegue de nuevo el Invierno. Y en todo tiempo, y todo lugar, esta herida mía nunca curará, ni siquiera deseo que cure. Amo el sabor dulce de su dolor, que no deja de traer recuerdos consigo, de otras Primaveras, y otros Veranos.


domingo, 24 de junio de 2012

La Fortaleza

Los muros de nuestro castillo parecen fuertes, pero por dentro sus vigas se astillan, carcomidas, y la argamasa que une la sólida roca se quiebra y desprende al posar la mano sobre ella.


Nuestro castillo ocupa un solitario risco desnudo, desde el que domina la llanura y las florecientes riveras. Pero la guarnición permanece hambrienta, nuestros suministros están plagados de insectos y las ratas roban nuestro pan y nos enferman. La servidumbre se escurre por entre las columnas del gran salón, a la sombra del trono donde el señor pierde su mirada más allá de las copas y los asientos, vacíos a su alrededor. El señor calló hace años, solo balbucea; su barba se arrastra por el suelo y sus uñas se han vuelto garras; sus ojos se engañan con fantasmas felices de tiempos dorados, con sueños y sombras que nacen de un oscuro rincón de la memoria. Aisla el corazón de la ruina que le rodea.


Nuesto castillo parece fuerte, debe parecerlo. En los torreones ondea orgulloso el emblema de nuestra familia, por las almenas pasean nuestros hombres con sus cotas pulidas, apoyando su paso débil en lanzas oxidadas. Debemos parecer fuertes, aunque nos pudramos, aunque una noche de lluvia basta para hacer temblar la piedra sobre nuestras cabezas. El castillo debe parecer fuerte, es todo lo que nos queda. Solo por eso vivimos.









jueves, 21 de junio de 2012

El Rey Derrotado


A nuestro alrededor, y hasta donde la vista podía abarcar, los cadáveres y los despojos de la batalla nos rodeaban. Los cuervos descendían formando nubes, picoteando los ojos y mondando los huesos de tan grata reunión de insignes hombres y caballeros que, por acudir a matar a orillas de aquel río apacible, habían conseguido que sus aguas bajasen rojas y anegadas con  los cuerpos de las monturas asaeteadas.

Nuestros estandartes, abandonados a merced del viento y la lluvia, hacían patente nuestra derrota a ojos de vivos y muertos. Me dirigí hacia donde  nuestro hasta hace poco orgulloso rey, ahora líder de un ejército de sangre y dolor,  dejaba reposar la cabeza sobre las palmas de sus manos, incrédulo, abrumado bajo el peso de tan aplastante pérdida. Le llevé agua.

-Bebed , mi rey, y alegraos de estar vivo. Caballeros de ilustre nacimiento, criados en cunas de oro y marfil, no podrán decir lo mismo esta noche allá en las puertas del paraíso, si es allí donde han ido a parar sus almas soberbias.

-Amarga e insultante es la vida por nuestra desgracia, preferible es morir que quedar en este mundo y ser testigos de cómo tan altas ilusiones y tan orgullosos campeones han sufrido esta humillación, de cómo un ejército tan inmenso y tan confiado en su fuerza ha podido conducirse hacia su impensable destrucción.  Tejió el destino, con la seda que nosotros mismos le ofrecimos, nuestro final. El final de un mundo entero.

-Mi rey, no os dejéis llevar por la desesperación del momento. Vivimos, sobrevivimos. Reharemos nuestro ejército, reafirmaremos nuestra fuerza, y con ánimos renovados nos lanzaremos de nuevo a la conquista de nuestras ambiciones. El mundo temblará ante la esperanza a la cual la derrota no pudo someter, tan solo fortalecer.

-No, mi fiel capitán, mi único amigo en la desgracia. He conocido derrotas antes, y de todas ellas he renacido más fuerte, más humano. Pero esto es algo más que una derrota, esto no es solo una herida superficial. Es un surco sangrante que parte en dos mi alma, una brecha por la que escapa toda mi voluntad. Esto no es solo una derrota. Esto es oscuridad. Esto es el olvido, de mí, de mi poder y de mi reinado. Ya no se hablará sobre mis logros y conquistas, mis herederos no tendrán legado alguno que cuidar, solo los gusanos que pueblan la carne corrupta de mi casa. Si tiene fe, hasta un cadáver podría alzarse del subsuelo y caminar, y aferrarse al calor de la vida desde el mármol de su tumba. Pero ningún hombre sobrevive a la pérdida de su esperanza.

Y el antiguo rey lloró sobre las ruinas de su existencia, y al anochecer ya había abandonado su cuerpo el deseo de vivir. Y en el fracaso sobrevivió su recuerdo. Ahora los habitantes de la comarca llaman al riachuelo donde tuvo lugar la batalla, por el que las aguas transcurren pausadas, Arroyo de la Esperanza.





jueves, 14 de junio de 2012

El Joven Conquistador

"Llevo 20 años caminando sobre la tierra, padre, y hasta ahora no he construido nada con estas manos, ni con el ingenio que me fue otorgado, salvo torres de arena y viento, altas como mis sueños. Llevo 20 años aprendiendo de la sabiduría de otros, admirando su obra imperecedera, 20 años que han pasado rápidos como un segundo, el segundo durante el que se contiene la respiración antes de echar a andar por el camino que separa al hombre de su destino. Hoy, padre, terminaron la espera y el aprendizaje. Hoy abandono tu casa, la sombra protectora de tus alas de halcón, y me lanzo a la busca de mi propio reino; es el día en que todo empieza, en el que dejé de temer a la muerte. Quizás porque es más dulce que el fracaso, o porque he descubierto que vida y muerte son solo dos caras de la misma moneda, no muy diferentes entre sí."


"¡Siente mi valentía, padre! ¡Que la sientan todos nuestros amigos y siervos, todas las mujeres de nuestra casa! Hoy dejaré la verde Ferghana, parto a conquistar mis ambiciones y mis más locos anhelos. Y el mundo jamás volverá a ser el mismo tras mi paso."

Y la silueta del joven aventurero, nacido en la estepa, se alargó hasta cubrir  grandes ciudades milenarias. Bebió en sus copas de orgullo y se embriagó con el vino de su poder, a sus pies se postraron reyes y princesas de linajes más antiguos que el suyo, a sus manos murieron guerreros cuyos nombres pueblan las historias que contamos a nuestros hijos, dejando claro que él era más grande que todos ellos. Y cuando llegó a visitarle la muerte lo hizo entre sedas y oros, que son perecederos, pero también entre suspiros de amor y admiración, de odio y desprecio; y aunque su vida lo abandonó, quedó por siempre en la memoria de los hombres.

lunes, 11 de junio de 2012

Sonidos del Verano

La cama empapada en sudor y el ronroneo del ventilador me mantienen en duermevela, medio soñando y medio delirando con ciudades de arena y pozos de agua cristalina. El viento del desierto azota la ciudad y sus campanarios, cubre de polvo las calles vacías, mientras en mi salón de mármol un perro viejo quiere atrapar un moscardón; se lanza a morderlo, pero choca su cabeza contra un cristal de nubes, y el moscardón se aleja flotando en un rayo de Sol. Es Verano en mi hogar.

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Tarde de calor. Hay un brillo dorado en el aire y el cielo azul, con olor a canela, tras la ventana. En el interior tu pelo se derrite en una cascada oscura sobre mis hombros, el sabor de mis labios permanece como gotas de vapor en los tuyos, y dormimos sonrosados. El Sol desciende perezoso. Una cigarra rasca el cristal, nos suplica entrar para refugiarse del aire ardiente. Al despertar se te antoja una naranja, que al exprimirla deja tus dedos cubiertos de dulce pulpa, y un beso para refrescar el corazón. Es Verano en mi ciudad.

viernes, 8 de junio de 2012

Nunca más se supo

De repente en el transcurso de la noche, del lento girar del cielo y las estrellas alrededor de la Tierra, el viaje se convirtió en una huída. Salió a la cubierta del barco, miró al puerto que se alejaba, a la oscuridad que se tragaba su hogar, que trituraba las calles de su infancia y los rincones que a partir de ese momento poblarían  sus sueños.  En un segundo, sin previo aviso, su aventura se transformó en una fuga, en la búsqueda cobarde de un escondite donde los ojos de ella no pudieran seguirle, donde sus fracasos y errores no proyectaran una sombra eterna sobre su corazón. Pero sobre todo, lo más importante, era huir de esos ojos que eran un continuo recordatorio de una pérdida, de un aprendizaje involuntario.


Se giró para alejarse de la humedad nocturna y volver al bullicio de los compartimentos de la tripulación. Y al volverse estaban allí esperándolo,sus ojos marrones, convirtiendo en ceniza el mar, la brisa tranquila y la noche. Allí estaba ella, huyendo también, escapando con él a una nueva realidad, más brillante que la que dejaban atrás, o eso querían creer. Por lo menos sería un cambio, el descubrimiento de un Nuevo Mundo. Por lo menos no estarían solos.

Cuando familiares y amigos, allá en la ciudad, buscaron y preguntaron por los fugitivos, no pudieron encontrar rastro alguno de ellos. Y nunca más se supo.

martes, 5 de junio de 2012

Luna

A la Luna llena, que me miraba desde el cielo a través de mi ventana, le pedí un deseo, ya que allí de donde vengo la Luna trae suerte, y cuando está en su cenit lee en los corazones de los hombres y se apiada de sus anhelos imposibles.


Esa noche, alumbrando directamente en mi cabeza mientras dormía, estaba la madre Luna. Le pedí que rebuscase en mi alma mi deseo más apremiante y duradero, y soñé, confiado en su poder. Pero al amanecer seguía estando solo en mi cama, y a lo largo del día no hubo señal alguna de tu presencia. Por la noche un amigo me llamó y, para hacerme olvidar, me llevó de putas. Se rompió la magia de la Luna, y ya no volvió a mi ventana. Nunca.