
"¡Siente mi valentía, padre! ¡Que la sientan todos nuestros amigos y siervos, todas las mujeres de nuestra casa! Hoy dejaré la verde Ferghana, parto a conquistar mis ambiciones y mis más locos anhelos. Y el mundo jamás volverá a ser el mismo tras mi paso."
Y la silueta del joven aventurero, nacido en la estepa, se alargó hasta cubrir grandes ciudades milenarias. Bebió en sus copas de orgullo y se embriagó con el vino de su poder, a sus pies se postraron reyes y princesas de linajes más antiguos que el suyo, a sus manos murieron guerreros cuyos nombres pueblan las historias que contamos a nuestros hijos, dejando claro que él era más grande que todos ellos. Y cuando llegó a visitarle la muerte lo hizo entre sedas y oros, que son perecederos, pero también entre suspiros de amor y admiración, de odio y desprecio; y aunque su vida lo abandonó, quedó por siempre en la memoria de los hombres.
No se si en la primera estrofa de sus veinte años en que fue amado y protegido como un principe por los suyos,aprendio a amar y ser generoso en la segunda estrfa de su vida,mas alla de conquistas y famas...
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