Te nacen los cabellos
rizados como el tronco de un olivo,
de tu suelo blanco, almidonado,
por imitar a la reina Luna,
serena soberana llena
sobre la tierra de Andalucía líquida.
Se te derrama por los ojos el alma
cuando me miras, oscura y fértil
como la arena ribereña.
Eres mi Andalucía etérea hecha carne,
igual a ella en tus melancolías,
en tu mirada de estrellas
tiñéndose de rojo en el filo de la tarde.
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