Vuelvo a tí arrastrándome, sin orgullo, sin vida;
dentro solo me queda el eterno anhelo que anima mis despojos,
que los hace avanzar entre espasmos de dolor.
Vuelvo a ti,
caminando desde muy lejos con el corazón podrido.
Siempre viajé solo,
nunca me sentí acompañado por la multitud que me rodeaba,
que se extendía hasta hacerme desaparecer, insignificante, a los ojos de Dios;
pero eso no me importaba,
yo me creía valioso a los tuyos ¡Cadáver ingenuo!
La vida es para los vivos, el amor es para los vivos,
y en este mundo solo me quedaba caminar,
dejar en todas partes pedazos de mí mismo,
devorado por los gusanos en cuerpo y alma.
Solo con tu recuerdo fijo en mi cáscara como en una brújula,
y la inercia de una triste parodia de la existencia.
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