I am only a fool
who buys many books

lunes, 19 de diciembre de 2011

Cuentos para el Califa

Me fue relatada hace tiempo, Emir de los creyentes, la historia de una guerra que devastó las tierras más allá de donde se hacen uno el Tigris y el Éufrates. Estando muerto el shahansha de los persas, sus dos hijos se disputaban el trono. Reunidos ambos ejércitos en la llanura, aún quedaba un noble por elegir bando, cierto gobernador del Jurasán que, sabiendo que el hijo mayor era cruel y despótico, quería conocer al menor para saber a quién debía prestar su apoyo. Llegó a la tienda del príncipe, y fue bien recibido y tratado cortésmente. Acompañados de vino, música y bellas bailarinas discutieron de los asuntos de este mundo y de los otros, y antes de que llegase la mañana el gobernador había decidido que este príncipe contaba con todas las virtudes que le faltaban a su hermano; que era amable, tolerante, bienintencionado. Así que unió su hueste a la del pretendiente, pero cuando se presentó la batalla y cayeron las flechas atravesando monturas y jinetes, que rodaban entre el hierro de las cotas, cargó contra la retaguardia de su señor, dispersó su ejército y, desmontándolo, aplastó la cabeza del príncipe con un golpe de maza, y su cadáver real quedó irreconocible entre tantos otros, pasto de los saqueadores.


El traidor puso a los pies del tirano el estandarte hecho trizas del hermano menor, y recibió tierras, oro, y cargos en la corte del nuevo soberano, que le debía la victoria. Y, al ser cuestionado por sus acciones, se explicaría diciendo:


-Un príncipe tan honesto e indulgente estaba totalmente incapacitado para el gobierno. Las camarillas de envidiosos y conspiradores lo roerían como la carcoma, y nuestros vecinos se habrían saciado con los despojos del país sumido en la anarquía. Porque solo los faltos de escrúpulos se sienten cómodos en el poder y saben cómo ejercerlo. Solo la más venenosa de todas puede ser reina de las serpientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario