Muchos hablaron de ti mejor que yo,
antes de mi ya te pintaron con palabras,
e imaginaron el cuello blanco de sal,
tu cuerpo tallado en mármol heleno.
Pero yo no puedo hablar como ellos de tu belleza, porque nunca la he tocado.
No diré que el Sol de oro, alto en occidente, vive entre tu pelo,
yo lo imagino hecho del ámbar de oriente;
ni que tus ojos rebosan el agua del Egeo,
yo los sueño tallados en el color del cedro.
Pero nunca lo sabré, solo puedo imaginarlo,
nunca podré decir que el sudor de tus piernas sabe a naranja,
que lo bebo todas las noches,
solo puedo imaginarlo.
Porque Helena, tú solo eres el sueño
por el que naufragaron mil naves.
por el que naufragaron mil naves.
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