¿No vienes con nosotros al templo?
Suenan las campanas, ya llaman a la oración
“Por qué encerrarme,
Ser enterrado con vuestro Dios de oscuridad y piedra fría;
vuestro Dios, que vive oculto entre el dogma y la penitencia.
Prefiero mi templo, prefiero a mi Dios.
La tórtola y el mirlo llaman a su oración,
los crecidos magnolios son sus columnas y pórticos,
la fuente helada en la mañana de Verano, su altar;
el beso tierno y sincero, su comunión,
la noche su cúpula inabarcable,
y las estrellas mil cirios en su honor”.
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