I am only a fool
who buys many books

viernes, 5 de julio de 2013

Tierra mía, mi ciudad

Tierra mía, mi ciudad;
arca de toda felicidad, jardín de mis tristezas,
que haya de irme para poder añorarte...

Que me explique Dios las naderías con que inundó al alma del hombre, que ha de alejarse para querer, y sufrir el tormento de mil lanzas de soledad hasta aprender a amar. No hay noche que no hiele si no duermo bajo el cielo de tus sábanas, y el calor que desprende cada piedra de recuerdo, cada calle que trae consigo el aroma de mil momentos que creía marchitos ¡Pero cómo brillan de nuevo en mi corazón al soñar, pasear en los callejones de mi memoria, no es mero recordar sino renacer, vivir de nuevo! Visto las máscaras del pensamiento, el manto engañoso de la experiencia, pero una sola palabra, una nota de la canción adecuada, tu silueta en una vieja foto, hace harapos de los vanos adornos de esta vida errante, los pudre y desvanece en la corriente inabarcable del tiempo, y a través del espacio vuelvo a ti, mi ciudad, mi médula ardiente. Vuelvo a tu patio de alegría y fe, burbuja de cristal, botella de felicidad ingenua, ajena a los vientos de cambio que barren el mundo. Ahí afuera reinan la mudanza, el desamparo, nada queda asentado en el lugar que se le concedió en la mente constructora del hombre. Hojas secas y arena, torbellino de vidas y civilizaciones devastadas por el correr de los siglos, en nada parecido a esta tierra en que cada roca es milenaria, y Cambio un dios extranjero. Que campen el mundo a sus anchas nómadas y vagabundos; para mí solo reclamo, para mí solo pido, cuanto ocultas tras el velo de tu pecho, ese tesoro que guarda tu amor en su caverna maravillosa, como dragón vigilante de mil escamas de rubí.

Mi ciudad, mi hogar coronado de casas y torres; que repiquen las campanas, que corran paralelos al río la cerveza y el vino de nuestro reencuentro, porque hoy mi alma ha vuelto a tí, navegando en sueños, y en tu cuarto de mil luces perfumado se ha adentrado en tu corazón desnudo, y al verse reflejado en su pared cristalina murió, iluminando al Universo con la llama dorada de la felicidad.

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