Vientos que me acariciáis el rostro
con la piel de mil manos convertidas en polvo,
decidme, ¿adónde os lleváis a nuestros hermanos,
que ayer mismo bebían y reían con nosotros
y hoy parten en vuestros brazos al reino incognoscible?
Mensajero que bates en la noche
tus alas de tela oscura,
detén tu marcha presurosa y dime,
dónde escondes las voces que borra del mundo
nuestra debilidad mortal.
"No te aflijas, hijo del cielo y el barro,
que yo no soy asesino sino ejecutor de promesas,
promesas de cambio, eternidad,
de unión y renacimiento.
Las flores de la vida que os extingo
os serán devueltas;
yo no soy la oscuridad encarnada,
sino una luz de guía
en el camino que se os prescribe desde la cuna,
y que no terminará en vuestra sepultura."
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