Luz amante del pozo de plata,
De la hija de la noche y madre de estrellas,
Que refleja en sus aguas tu rostro fugaz.
Vosotros, enamorados,
Aurigas de carros celestes,
Jinete en el fuego de Arvak y Alsvid,
Solo tiene que aparecer ella para ahogarte en la marea de sus cabellos morenos,
Y en océano de oscuridad te estrellas, Sol,
Y con una llamarada azul calcinas la piel delicada de tu Luna,
Al amanecer de tu nacimiento, la conviertes en cenizas,
Esparcida sobre tejados y campanarios.
Vuestra unión imposible se consumará algún día,
En abrazo incandescente, tan solo un instante,
En un segundo de placer destructor,
En las fauces de Sköll más negras que el vacío mismo,
Antes de ser devorados tendréis la oportunidad de amaros,
Seréis uno solo y, después, nada.
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