Yo quisiera plantar rosaledas en las dunas,
y regar de sueños como estrellas
el cielo estéril de la ciudad sin luna.
Hoy me vi reflejado en un espejo:
una mota, un hilo,
un pedazo de arenisca deshaciéndose en el tiempo,
y sin embargo lo he sentido,
de la arena de mi corazón,
en sueños brotó un lirio.
¡Muy bueno!
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